
Cada vez que recuerdo aquella oscuridad, fría casi hierática, seca, sin viento ni movimiento que se precie, sola… parecía abandonada, pero me encontraba yo, triste por el hecho de no ver nada, inmóvil ya que le frío penetraba muy de lleno en mi cuerpo, todavía no sé si el paisaje proyectaba mis sentimientos o si por el contrario estos, mis tal reales sentimientos, eran reflejados en aquel inhóspito paisaje. Recuerdo vagamente la llama de un pequeño candil o un pequeño fósforo, lo único que podía observar, que podía ver en ese mar de oscuridad… aquella pequeña llama, que quizá era mi perdida esperanza.
De pronto, de ese vacío apareció mi reflejo, mi reflejo plasmado en un espejo, un fiel reflejo de la aparente realidad. Repentinamente la silueta de una persona apareció, quizá un joven… posiblemente. Solo una sombra, una silueta negra, un simple reflejo opaco. Una sombra a la que me intentaba acercar, pero esa silueta poco a poco iba alejándose y difuminándose en el espejo, y me volvía a quedar sola con aquel pequeño candil. Resbaló todo mi cuerpo por una fría para acabar sentada en el helado suelo; pasaron un par de minutos, que me parecieron horas, días… incluso años, hasta que volvió a aparecer aquel reflejo en el cristal, pero esta vez acompañado de una silueta de menor altura que la primera a la cual se le podía adivinar el pecho y una larguísima melena, ambas sombras estaban unidas por las manos; en ese momento ni si quiera quise acercarme. Las dos siluetas iban creciendo de un momento o quizá era yo la que iba haciéndome más pequeña gradualmente. Hasta el punto de quedar encerrada en una pequeña cajita de cristal donde me refugié, aquella pequeña caja, herméticamente cerrada, aquella en la que sigo existiendo, donde mi maldito subconsciente y el traidor comité de los sueños me muestran a través del cristal un mundo bello y maravilloso, donde el sentimiento supremo triunfa por encima del bien o del mal, donde anda puede acabar con él, ya que como dicen algunos afortunados “lo puede todo”. Pero yo sé que la verdad no es esa, yo sé lo que se esconde detrás de esa película con final feliz que ellos me muestran, el dolor y el sufrimiento, y la verdad. Aquella que a mis cansados ojos no ha vuelto a mirar.
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